Lo obsceno, etimológicamente, alude a aquello que queda fuera de la escena, apartado de la vista del público. De lo descriptivo, como es habitual, se colige lo prescriptivo y cuando algo se califica de obsceno se asume que no sólo está fuera de la visión pública sino que debería seguirlo estando.
Ahora bien, en los últimos años todo el dominio de lo obsceno ha experimentado un cambio radical puesto que de ser una categoria moral prescriptiva ha pasado a convertirse en una categoria de mercado.
Diríase que se ha instaurado entre nosotros una inestabilidad estructural, sistemática de los límites que cercaban aquello que podía o no considerarse obsceno. Se trata, si se quiere, de una extensión del principio de obsolescencia programada: del mismo modo que los objetos quedan fuera del mercado necesariamente tras un determinado periodo de tiempo, lo mismo sucede ahora con las convenciones morales que determinan que se puede exhibir y que debe quedar relegado a la esfera de la particularidad, sea por pudor sea porque a nadie le importa: la enferrmedad, la muerte, el sexo, la cotidianeidad, lo escatológico… antaño límites de lo que podía y no mostrarse son ahora los marcadores de los nuevos objetos y experiencias que se han revelado “interesantes” para el mercado.
Las televisiones y sus reality shows desde luego han demostrado los itinerarios de este cambio, pero más allá de ese nivel, es innegable que nos encontramos con que el mismo desplazamiento de lo obsceno ha afectado ya de lleno a las tácticas con las que las personas se posicionan en los mercados relacionales en los que cotizan. Páginas web como votamicuerpo.com, las multiples variantes de fotoblogs y myspace etc, son espacios de mostración de cómo los límites de lo obsceno han de ser revisitados y cuestionados permanentemente si no se quiere dejar de estar en el aire…
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Obscenidad del ruido que ocupa y expone todos los resquicios e intersticios como forma de diferenciar el producto, de hallar hueco en el mercado.
Obscenidad estructural que surge de la sistemática necesidad de ofrecer experiencias cada vez más genuinas, más auténticas. Del Gran Hermano al porno casero, de los programas del corazón a los video-blogs hay una corriente de obscenidad, que rompe de un modo claramente vicario los cortafuegos de lo que antaño fuera la intimidad y la privacidad burguesa. Los mecanismos del mercado han entrado de lleno en el sector de la autoestima y hay que pelear duro por diferenciarse, por ofrecer más y mejor producto que la competencia que es mucha y desleal.
Obscenidad derivada de haberse borrado las barreras entre lo laboral y lo personal, lo personal es político pero del peor modo, sin poder elegir que lo sea o deje de serlo: todo lo que hacemos, nuestro aspecto, nuestra vida sexual y cultural son ya parte del curriculo que hay que presentar continuamente para ir tirando.
Antiguamente, hace cincuenta años, esas barreras parecían tan seguras como siniestras porque permitían que Alien creciera en paz… ahora nos parecen entrañables porque al menos hacían que Alien estuviera ahí afuera y que hubiera algún “adentro” al que retirarse. La era de la obscenidad se basa en el fin de esas barreras, Alien está ya dentro, es ya parte de nosotros y nuestra autoestima es la suya.
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Ruido y atasco son obscenos en la medida en que no dejan de derivarse de la necesidad de “ex – ponerse”.
Estoy liado: hace un tiempo nadie estaba tan ocupado como cualquiera lo está ahora. Hace un tiempo no había telefonos moviles y no iba la gente por la calle ni se sentaba en los restaurantes a hablar y hablar… cuando alguien dice “es que estoy muy liado” como excusa para no hacer algo que sin embargo está dispuesto a considerar interesante, lo que está confesando es que su vida es un continuo atasco ruidoso y que el atasco no le deja oir ni el ruido moverse.
Una socialidad que se podría describir como ruidosa y atascada. ¿Ruido por oposición a señal y atasco por oposición a fluidez? O ruido y atasco tal cual, como fenómenos incuestionados?. Pura presencia masiva del signo engreido que en su proliferación y acumulación –no otra cosa son el atasco y el ruido- misma se cree justificado. Son las noches en blanco donde el dato son los mil actos “culturales” que suceden simultaneamente, los millones de personas que a la vez se echan a la calle dispuestos a hacer ruido mientras esperan en la cola para ver u oir su magra ración de ruido que luego comentarán estruendosamente.
Y es importante el comentario porque el ruido no es sólo un sistema de producción y articulación de los signos, sino también y fundamentalmente un sistema de recepción por el cual todo aquello que se percibe, independientemente de su origen y factura deviene ruido.
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Recambiabilidad: es decir sustitución operativa de un ruido por otro en un tiempo cada vez más corto…
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Glorificación de la circulación. Ruido soberano
Necesidad de diferenciación: Ruido servil.
Pensar su relación.
domingo, 20 de enero de 2008
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