Pascal vs. Spiderman
El término del bien es un mal y el término del mal es un bien
(La Rochefoucauld, a.k.a. Doctor Oktopus)
El campo de las teodiceas, es decir, de las teorías sobre el origen del mal, no es que sea uno de los sectores que más inversiones recibe. Y ya es extraño porque descubrir el origen del mal sería todo un puntazo y nos quitaría unos cuantos quebraderos de cabeza. Con todo y pese a la falta de apoyo institucional, las teodiceas no han dejado de comparecer camufladas en libros de filosofía y películas de superhéroes.
Desde el primero de los frentes, Pascal dejó dicho, como es notorio, que el hombre no era ni un angel ni un demonio, pero que se podía transformar en un demonio precisamente cuando pretendía comportarse como un angel.
Si bien esta recurrida afirmación de Pascal se suele usar para denostar los regimenes políticos basados en elevados ideales y concepciones igualitarias, en el fondo lo que sostiene el filosofo es que el resultado de llevar a sus extremos cualquier sistema moral, el resultado de la tolerancia cero en cualquier discurso moral –no otra cosa sería un angel- nos convierte en auténticos demonios. Obviamente en semejante afirmación se contiene toda una teoría del mal: el mal pascaliano surge de una concepción en exceso rigida, rigorista, del bien, de cualquier bien. Cuando se sostiene una concepción semejante, cuando se es fundamentalista, da uno en ser bueno de una forma mala, como solía decir Musil, al ser manifiestamente incapaz de hacer generativo el discurso moral, de adaptarlo a las circunstancias cambiantes y de no fijar sus conclusiones con total independencia de las situaciones reales y sus complejidades, del análisis concreto de la realidad concreta.
Según Pascal, por tanto en nombre de la Democracia y la Libertad se puede invadir un país, y como si de una tropa de angeles exterminadores se tratara se puede ocupar militarmente ese país. Cuando sus gentes no se someten y se procede a la detención y tortura de millares de personas, quizá el angel se convierta en demonio. Seguramente esto sea así, si atendemos a Pascal, porque el angel iba un poco sobrado respecto a su angelical condición y porque al cabo, la concepción de un Bien y un Mal netamente diferenciados quizá no sea tan sencilla.
La tercera entrega de la saga cinematográfica de Spiderman, realizada en la peor época de la invasión de Irak, justo cuando acaban de salir a la luz las escabrosas imágenes de Abu Grahib, se ha construido, precisamente, en torno a la reflexión sobre esa imposibilidad de localizar el Bien y el Mal de forma clara. Los delincuentes en la peli de Spiderman son tipos con mala suerte, y Spiderman mismo –con lo buena gente que es- puede llegar a convertirse en un macarra francamente enojoso. ¿Cómo puede ser eso?.
Pues resulta que un buen día, sale Spiderman en su moto a dar una vuelta con su novia por el campo cuando de repente cae una especie de meteorito procedente del espacio exterior, de ese meteorito emerge una especie de chapapote animado que se pega primero en la motocicleta del heroe y luego se le pega al cuerpo formándole un nuevo traje –negro- de superheroe.
Entonces Spiderman empieza a hacer cosas extrañas: su agresividad se desata, se vuelve colérico y vengativo. Hasta su sexualidad –sumamente pacata hasta entonces- empieza a desbordarse. En fin, Spiderman deja de ser el buen chico, vecino de escalera, que todos conocemos y se convierte en carcelero de Abu Grahib, con aficiones fotográficas.
Insistimos: ¿cómo ha sido posible semejante transformación? ¿De donde viene ahora el mal? ¿de una comprensión rigorista de los valores acaso? ¿de una incapacidad para sostener una ética generativa? No, el mal procede de un meteorito llegado de los confines del espacio, nada menos.
La tesis sorprende no tanto por contraste con la trayactoria filosófica de Spiderman, cuanto porque, salvo el anecdotico hilo de la relación con su novia-aspirante-a-celebridad, toda la pelicula se plantea abiertamente como una reflexión sobre el origen del mal. El supuesto asesino del tio de Peter Parker –un actor con aspecto de veterano del Viet-Nam- confiesa apenado: No soy mala persona, sólo tengo mala suerte. Vaya por dios. Cuando el mismo Spiderman se comporta groseramente con su casero, este dice juiciosamente: “Él es un buen chico, tiene que tener algún problema”. Ambos son angeles que se han levantado con el día malo, sin contar lo del meteorito, que también es mala pata. En cualquier caso Spiderman podría muy bien sostener que un hombre no es ni un angel ni un demonio, pero que se convierte en un demonio cuando tiene el día tonto.
Spiderman perdona al asesino de su tío que se va volando convertido en hombre de arena y, digo yo, nosotros tendremos que perdonar a los torturadores de Abu Grahib que se estarán dedicando ahora al cultivo de pepinos deshidratados y que, al fin y al cabo, tampoco es que sean malas personas. No creo que ese sea el problema, o sí. Lo que sí que es un indudable problema es la regresión, en elegancia al menos, desde un sistema de razonamiento moral como el de Pascal, que postula factores internos, como la rigidez de un sistema, puede explicar sus fallas, al de Spiderman que tiene la desfachatez de postular un cometa procedente del espacio exterior. Por supuesto la cultura popular ha tenido la lucidez de no abandonar nunca del todo los ensayos de teodicea. Entre el 1932 y el 1941, justo marcando los puntos álgidos del fascismo en Europa, se rodaron dos versiones del Dr. Jekyll y Mr Hyde. En esta historia tenemos al menos un elemento de hybris clásica y el mal acaece cuando el hombre va más allá de determinados límites que ningún caballero británico, ni ningún psicoanalista argentino, debería sobrepasar. Esta especie de teodicea epistemológica puede apestar, pero tiene su cosa. Ahora bien lo de Spiderman con el meteorito no tiene nombre.
Algo se ha perdido por el camino y algo se ha ganado puesto que finalmente prevalece el sano optimismo de la voluntad:“Sea cual sea la adversidad que se nos presente, la batalla que ruja en nuestro interior, siempre tenemos elección. Son las decisiones las que nos hacen ser lo que somos y siempre podemos optar por lo correcto”. Chupate esa Pascal.
martes, 16 de junio de 2009
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2 comentarios:
Es interesante la idea de Pascal sobre la moral "angélica", inflexible.
"Una obsesión llevada a la saciedad se anula en su propio exceso"dice Ciorán.
Y ahora recuerdo a algunos personajes como Danton o Robespierre a los que podría aplicárseles el cuento.
A mi modo de ver, el asunto de Batman no es tan novedoso como parece: la idea del mal externo al hombre e invasor es sólo una versión galáctica de la tradicional posesión satánica. Que por nadie pase.
Una preciosa nada ridícula
Tienes razón, pero hay una diferencia que es importante. En las posesiones demoniacas de toda la vida, un demonio determinado posee al sujeto y, por así decirlo, lo suplanta -esto es relevante- cambiándole hasta la voz.
En Spiderman, como en Abu Grahib, lo que sucede no es tanto una posesión cuanto una modulación: el mal visitante y ajeno hace salir determinados impulsos que todos tenemos y que bajo ciertas circunstancias se nos pueden llegar a imponer. La diferencia entre buenos y malos no es que unos se atengan al estado de derecho y los otros torturen, no. Torturar lo hacen todos, pero Spiderman, como los marines redimidos, es capaz de dejarlo en cuanto oye campanadas (!) mientras que hay otros malos más malos, más inmaduros que tienen que ser inmolados en la hoguera de sus impulsos más viles. Así Sadam y los iraquíes, sin ir más lejos.
Dios me libre del sociologismo como de otras posesiones similares, pero es que esta pelicula no tiene desperdicio la pobre...
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