miércoles, 23 de mayo de 2012

Muy breve introducción a la Teoría de Monstruos


Si tuviéramos que justificar -que no se yo- porqué es imprescindible recurrir a los monstruos para pensar lo político,  recurriríamos por ejemplo a la teoría de catástrofes, a la topología que nos explica cómo surgen las formas y según qué patrones devienen estables o inestables.
Lo político, obviamente, es y deberá seguir siendo el ámbito del conflicto y las formas inestables –al menos mientras el mundo en términos sociales y ecológicos sea la chapuza que es ahora mismo- .

Así que se impone estudiar el dominio de las formas inestables. De entre ellas, según Thom, se pueden distinguir dos grandes tipos, dos tipos que no se contraponen en una dualidad irreconciliable sino que forman un gradiente tramado mediante una cadena continua de eslabones intermedios.

De un lado tenemos formas que llamamos “informes”, porque presentan una estructura interna muy complicada, no ofreciendo a nuestro análisis ningún o muy pocos elementos identificables.

Por otro lado tenemos otras formas que son inestables porque aunque están compuestas por un pequeño número de elementos identificables, su asociación en un mismo objeto se manifiesta contradictoria o heteróclita. Ese es el caso, según Thom de las quimeras y los monstruos.

Criaturas que no están ni vivas ni muertas como los zombies o los vampiros, que no son de ni del pasado ni del presente como la Momia o King-Kong, que no son ni naturales ni artificiales como la criatura del Dr. Frankenstein… que no son ni una cosa ni otra, sino que quizás son ambas a la vez como el Dr Jeckill y Mr Hyde.

Todo monstruo que se precie es por tanto, en términos topológicos, una “forma de bifurcación”, puesto que su punto representativo está situado en un umbral entre dos o más cuencas de atractores; ante la vista de estas formas –dice Thom- el espíritu vacila indefinidamente entre los atractores adyacentes sin llegar a decidirse. De ello resulta para el observador un estado de malestar o angustia”

Nosotros que ya somos avezados exploradores de las monstruosidades como formas de la imaginación política no tenemos porqué caer en esos estados de angustia, antes al contrario tendremos que asumir nuestra dosis de infierno, nuestra ración de escisión para seguir ahondando en la inevitable -e irresoluble- conflictividad de lo político. Y ahí te quiero ver.

1 comentario:

Josu Sein dijo...

Pues no sé si tacharla de política, pero tanto hablar de monstruos me inclino a mostrar mi última serie de autorretratos...